-Es que no lo entiendes.- dije sin reparos, buscando su atención en
medio de aquel bosque.-Nunca tendrás mi corazón, no importa cuánto lo intentes,
no importa cuánto me desgarres-.
-Eres tú la que no entiende.-dijo él, perturbando el viento con sus
palabras que resonaban en cada rincón, ahuyentando a cualquier ser.-Yo solo
quería amarte, que fueras solo mía, pero esos hombres te impedían estar
conmigo, y solo hay una forma en que tu y yo terminemos juntos-. Sentenció él
dejando entrever sus intenciones y dejando escapar la locura que acariciaba sus
ojos.
-¡No!, ¿Es que no lo ves?-dije casi en un sollozo.- La locura ha
invadido tu mente, te encierra y no te permite captar la realidad, la realidad
es que tu no me amas, es una absurda obsesión la que te impulsa a creer que así
es, y esta no es la forma en que tu y yo podamos terminar juntos, entiéndelo,
no es la forma-.me apresure a decir en cuanto vi que un revolver colgaba
tímidamente de su mano, dejando caer lagrimas sobre mi rostro que se perdían en
la comisura de mis labios, dejando un sabor salado en ellos, el último sabor
que podría probar.
El la observo un momento, frágil y sollozante, pero sus palabras no
surtían efecto en él, ya no. Tomó el revólver con sus dos manos y lo miro
cuidadosamente como si se tratase de un objeto valioso, su mirada se agudizo un
poco y acaricio el frio metal tratando de incorporar un poco de calor a ese
objeto.
-Se que tienes miedo, pero después no dolerá, entonces estaremos juntos
y ya no habrá nada que pueda impedirlo.-pronuncio sin dejar de mirar a aquel
revolver que sostenía. De pronto apunto ágilmente a aquella joven que pretendía
vivir un poco más.-Después de esto ya no dolerá-. Prometió, ella solo cerró los
ojos y dejo de pensar.
Entonces un estruendo invadió el poco silencio que reinaba en aquel lugar.
Solo se podía ver una bala recorrer el viento velozmente, destrozando una vida
humana. Ella había caído, yacía sin vida sobre la tierra en la que se había
mezclado su sangre y una lagrima más cayo de sus ojos vacios que miraban
serenamente el firmamento, como si su alma se hubiera transportado a la
estrellas.
Otro sonido escalofriante recorrió la bruma. Ahora el silencio volvía a
penetrar en cada rincón, apagando los sonidos, apagando aquel momento en que
ella nunca le perteneció.
By Pandora